lunes, 26 de mayo de 2014

Los electores, los vocales, acreditados y su puta madre.

"Democracia: Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos"


Ayer, 25 de Mayo de 2014 el azar hizo que me tocara presidir una mesa electoral. Entiendo que muchos lo consideren como un suplicio y otros tantos como una oportunidad para ganar algo de dinero ((en concreto 62'31 euros)) pero la realidad es que es una experiencia interesante. No sé, como tener un "tamagochi", te puede gustar o no pero como experimento es cojonudo. 



Se puede decir, que cuando hablamos de democracia es como cuando hablamos del espacio. Suena bonito y grande pero no llegamos a comprender del todo lo que es o lo que significa. Pues bien, participar en la elaboración de unas elecciones es entender un poquito más de que va todo esto. 



Mi experiencia a niveles generales fue buena. Hubo buen ambiente y no demasiados impedimentos para realizar lo que, aquel día, era nuestro trabajo. Mucha amabilidad de los votantes y un pasotismo de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado que agradecí enormemente. Pero no todo era bueno, ni agradable, ni siquiera todo era lo serio que se puede esperar.



Ni cuando se constituyeron las mesas, ni a lo largo del día, ni cuando cobré, tuve que mostrar el DNI por ningún sitio. Cierto que al final, una vez entregados los sobres sí que tuve que enseñarlo pero me llamó la atención la pasividad con la que los trabajadores de la delegación del gobierno nos recibieron ((los cuales estaban tan perdidos como los interventores y acreditados de partidos políticos)). Es más, si hubiera querido, hubiera podido votar sin que nadie me supervise, y es que como te dejan claro en todo momento: la principal responsabilidad recae en uno mismo. Para que todo marche, debes ponerte a ello sin que nadie te explique de forma clara y precisa cual es tu cometido. 



Por suerte, cojo las cosas rápido y los presidentes de mesa de mi colegio electoral eran gente joven ((o algo preparada)) y todo marchó como debía. La burocracia, eso sí, es de la edad de piedra. Desde el listado de cada persona que viene a votar, a golpe de subrayador y regla ((transcribiendo cada nombre y número censal a mano)) hasta el recuento de votos ((manual también y a montoncitos)). Pero lo peor estaba por llegar, una infinidad de papeles copia que pasada la tercera hoja no se veía nada por mucho que apretaras ((prometo que aún me duele la mano)) y la transcripción de los resultados ((obviamente, también a mano)). Firmé, sin exagerar, unas 40 veces. No había ni sello para los justificantes, todo de otro siglo. A pesar de eso me sorprendió, el pucherazo es bastante difícil al menos desde que yo me senté en la mesa hasta que entregué el sobre en el juzgado ((en mi caso en la junta municipal y bajo mi cuenta y riesgo ya que preferí no esperar el bus de ruta de la policía)).



Dejando a un lado todo esto, lo que más me apenó fue confirmar algo que ya me temía: la polarización total en cuanto a partidos políticos, su implicación activa en el proceso electoral, y el nivel cultural e intelectual de los votantes. 

El PP, tenía acreditados en las mesas. Gente en su mayoría muy mayor ((uno de ellos con 92 años, que se quedó dormido literalmente en su mesa con la boca abierta)) y con experiencia en ello. También debo decirlo, muy educada, amable y colaboradora. Hasta el punto de regalarnos bocadillos que su partido les había mandado para comer ((jamás sentí que me influyeran en el voto, aunque obviamente dejaban caer su opinión de vez en cuando)). El PSOE por su lado, optó por tener gente acreditada que ayudaba a los electores que no sabían dónde o como votar y que estuvieron en el recuento ayudándonos en todo lo posible con el papeleo. Mismo método emplearon los de IU aunque bastante más ausentes durante la mañana. 


El odio que puedan tenerse aficionados del Madrid y el Barça no es nada comparado con el desprecio que sentí entre los dos grandes partidos. Los unos se acusaban a los otros de influir en el voto a la gente que les preguntaba, de tirar papeletas a la basura o de cambiarlas de sitio. Un juego absurdo, de niños malcriados en el que por cierto querían hacernos partícipes a los presidentes de mesa. Unos más educados o acertados que otros claro, pero en general con la misma actitud. Divertida para mi, pero imagino que poco agradable para otros que como yo, tuvimos que estar más de 12 horas en ese ambiente ((a pesar de que la participación no llegó al 40% en nuestro caso)).



Estoy harto de los grandes partidos, de los sistemas jerárquicos e impuestos y de lo difícil que lo tienen los minoritarios para igualar fuerzas, pero también debo reconocer la falta de implicación de estos. Tan solo PP, PSOE, IU y Podemos ((este último de forma eventual, pero al que debo excusar por su reciente formación)) tenían representantes allí. De los más o menos 40 partidos a los que se podía votar. La sensación cuando estabas un rato por allí es que la mayoría eran de coña o un grupo de locos con algo de tiempo libre. Si se pide el voto y la implicación del ciudadano, qué mínimo que tu propia implicación. Faltó seriedad entre todos ellos, ni se les vio el pelo.



Pero sin duda, la mayor decepción ((aunque era algo que ya me imaginaba)) fue respecto a los votantes ((no tanto al resultado, en nuestro colegio electoral, "Podemos" competía directamente con los dos grandes)) y su nivel intelectual y capacidad de elección. Leía no hace demasiado que habían permitido a un chico con discapacidad intelectual votar, por tener capacidad reflexiva e inquietudes y conocimientos políticos. Algo que aplaudo y que aplicaría al resto de población en negativo. Gente que no sabe encontrar su nombre en una lista, que a penas saben lo que es un DNI y que se expresan con dificultad. Eso me encontré, especialmente en las primeras horas del día. Personas así y que por cierto, venían con el voto preparado ya de casa ((sospechoso? no lo creo)). Gente que te preguntaba incluso, a quién debían votar. Votos que al final, valen lo mismo que el tuyo. 



Si os dejáis guiar por mis sensaciones ((el voto es secreto y no sé quién voto a quién, aunque a algunos les gustaba dejarlo claro)) me atrevo a afirmar que : si estas personas antes mentadas, y las personas mayores de 65 años, no votaran, al menos en mi mesa, de las 47 personas que votaron al PP, se hubieran quedado más o menos en la mitad. No, no voy a decir que el futuro debamos escribirlo los jóvenes y que estas personas no tienen derecho a elegir, tan solo muestro una realidad. El que quiera entenderla bien, el que no, mejor todavía. 



Fin de la cita. 





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